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Hoy en día cuando paseamos por la ciudad concebimos las fachadas como muros impermeables que no podemos atravesar. En este proyecto, situado en el barrio Ruzafa, se intenta cambiar por completo esta percepción.
El edificio de viviendas sociales está compuesto por cuatro bloques separados, de forma que tres de ellos ventilan en las cuatro orientaciones. Estos se encuentran unidos en su base por una extensa zona común y por pasarelas de generosas dimensiones, ya que sirven como nexo social entre vecinos.
Se utiliza la modulación tanto en planta como en alzado para lograr la sintonía entre las distintas fachadas del edificio. Además, se evita la utilización de muros sólidos en planta baja para la integración total del edificio con el resto de la manzana, aunque para no renunciar a la intimidad se utilizan una serie de celosías. Lo que se pretende es una transición fluida poniendo en cuestión dónde termina lo público y empieza lo privado.
A través de un ritmo de llenos y vacíos logramos la discontinuidad de la fachada, lo que le da profundidad y forma un conjunto visual de gran transparencia, invitando al peatón a atravesar el muro que hemos roto.