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Apartado en un lugar donde predomina el silencio y la tranquilidad, se encuentra un conjunto
de doce viviendas que funcionan a modo de refugio, cuya intención es la de evadirse del
ajetreo de la ciudad. Localizado en el acantilado de la Praia da Águia en Portugal, el conjunto
está comunicado mediante una carretera, con un aparcamiento cercano, bajo la sombra de los
árboles.
Se trata de unas viviendas diseñadas específicamente para artesanos, labor que agrupa
múltiples disciplinas. Así pues, es conveniente analizar la forma de habitar y trabajar de estos
individuos en ambas tipologías que se ofrecen. Es por este motivo, que estas viviendas se
organizan creando núcleos de cuatro talleres, cada uno de ellos, a su vez, distribuido
funcionalmente para adaptarse a cualquier artesano: un espacio diáfano de inspiración, un
lugar de almacenaje y una mesa de trabajo. Las piezas de las viviendas juegan con giros
ortogonales creando lugares exteriores a los que abrirse y permitiendo un espacio en planta
baja de carácter intergeneracional. Se crea pues un juego de sombras entre la múltiple
vegetación del entorno y los volúmenes construidos.
Se ha puesto en valor estas vistas privilegiadas donde el entorno natural penetra en el interior
de las viviendas mediante grandes ventanales. La fachada se caracteriza por lamas de madera
que aparecen de forma casi rítmica otorgándole pinceladas de color singulares que refuerzan
esa intención de adaptar las viviendas al entorno preexistente.