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¿Y esa línea qué es? Nos preguntamos. Al inicio del ejercicio el dibujo respondía a objetivos relacionados con determinar la posición relativa de las cosas y una suerte de labor compositiva, evidentemente pensada, medida y razonada, pero ¿construida? Tal era así que pensábamos en elementos sin ser del todo conscientes de que en realidad estaban compuestos por objetos más sencillos, que además conocíamos, pese a nunca haberlos sostenido en nuestras manos.
Pasamos mucho tiempo definiendo la naturaleza de dichos elementos: pesado, ligero, ciego, abierto, permeable, pasante, etc. ¿Cómo construir el concepto? Eso es lo que se nos planteaba al principio. Pero en estas últimas semanas hemos pasado de la lupa al microscopio. Cuando las líneas dejan de ser líneas, y las ideas no solo dan forma a un concepto. Ahora la línea es objeto, y esa línea, ¿qué es?
Construir con el dibujo es un ejercicio complejo, que lleva a pensar en una realidad concreta, que los objetos pesan, el viento empuja, la lluvia moja y los materiales dilatan. Dichosa relación con la física que hace que nos hagamos preguntas constantemente.
Ya no consiste en una representación de un resultado, detrás del alzado quedan resueltas todas las preguntas. Dónde se encuentran los forjados, qué capas tienen, cómo se forma la cubierta y como se acaba, ¿esto es un ladrillo cortado o colocado a tizón? (por fin diferenciamos lo que es la soga y lo que es el tizón, por lo visto solo ha hecho falta media década).