El proyecto parte de una preexistencia, un bloque de viviendas de más de 100 años cuyo estado actual es más bien ruinoso. A pesar de ello, es el determinante de que el proyecto forme una diagonal cerrando la manzana perdida. Además del valor conceptual también tiene un valor estructural y ambiental que nos permitirá crear la mínima cantidad de residuos al evitar su derrumbe completo. A este edificio se le despoja de su deteriorada y anticuada piel para dejar un esqueleto que marcará el resto de los ritmos estructurales del proyecto. He optado por una estructura metálica que atrapa al edificio y lo hace flotar, proporcionando así la sensación de ligereza, en contraste con la pesadez de una estructura tan antigua y llena de pilares preexistente. El siguiente paso y el que da carácter al proyecto interiormente es la construcción de “cajas” de madera que actúan como habitáculos, adaptándose así a cada una de las tipologías de vivienda. Fabricadas en taller y colocadas en seco proporcionan ligereza en el espacio además de la versatilidad de en un momento dado desmontarlas y cambiarlas de lugar o de forma. Por último, la instalación de la nueva piel del edificio que será definitivamente cohesione la existencia con lo nuevo y con la manzana. Se trata de una celosía cerámica modulable que permite dar una sensación de continuidad y a la vez de permeabilidad y ligereza.
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Envolviendo dos épocas
Alejandro Roldán Rodríguez
//Matrícula de honor
Año:
2021
Curso:
PR2
Taller:
T02
Profesores:
Ana María Navarro Bosch, Sara López Collado