Ubicado en el barrio de Ruzafa, el proyecto aporta un gran valor arquitectural al
vecindario.
Con un patio interior, abierto al público, invitando a la gente a entrar, sentarse y
quedarse, el edificio incita a los vecinos a relacionarse y disfrutar un espacio verde al
aire libre.
Una vez dentro del edificio, en la primera planta, se encuentra un espacio abierto que
se extiende por todo el nivel, con un uso comunitario para los habitantes,
ofreciéndoles un lugar para reunirse y socializar. Encima, se encuentran las diferentes
viviendas, cuyas estructuras siguen un mismo principio: un núcleo central alrededor
del que se desarrollan el resto de estancias. La zona húmeda se encuentra siempre en
dicho núcleo. Junto a éste la cocina, en la parte más oscura de la vivienda.
Aprovechando así al máximo la luz solar en los dormitorios y salones. Los espacios son
flexibles, usando solo paredes móviles para separar el resto de estancias, como
dormitorios, despachos o comedores. Debido a dicha flexibilidad la vivienda no se
dirige a un grupo de persona concreto. Es la casa la que cambia a lo largo de la vida
de los usuarios y no éstos quienes han que adaptarse a ella o llegar incluso a tener que
mudarse. Por lo tanto, el edificio será habitado por una gran diversidad de personas;
diferentes generaciones, niveles de vida y orígenes; pues todos encontraran una
vivienda que se acople a sus necesidades.
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La manzana perdida
Marie Gröper
//Matrícula de honor
Año:
2021
Curso:
PR3
Taller:
T02
Profesores:
Antonio López Sánchez