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El proyecto de vivienda colectiva para alquiler de alta rotación y el conjunto de pequeños equipamientos en la Manzana perdida de Ruzafa se desarrolla mediante cinco estrategias.
La primera es que se trata de un sistema de pieles, las cuales recrean las trazas históricas del lugar. El paramento exterior está resuelto con un aplacado de policarbonato translúcido. De día, esta piel aumenta la luminosidad de las células residenciales. De noche, tamiza la luz de los interiores, con lo que mejora la iluminación de las calles que recaen al interior de la manzana.
La segunda, se apuesta por la rehabilitación. Aprovechar todo lo aprovechable. Se mantiene la estructura de los edificios prexistentes y actualmente en desuso con la finalidad de dotarles de una nueva vida. Se pone en valor los elementos encontrados, configurándose atmósferas muy diversas.
Como tercera es la reinterpretación, pues se reinterpreta la fachada típica del barrio de Ruzafa. La fachada nueva consta de puertas balconeras de madera, con proporción vertical y barandillas metálicas, como las de la mayor parte del barrio.
La cuarta es el vacío ya que entre las medianeras y la edificación nueva se propone un vaciado, respetando así los patios de luces preexistentes. "Lo nuevo y lo viejo" se conecta mediante la piel y el vacío.
Por último, es un programa mixto en el que se proyectan pequeñas piezas de equipamiento distribuidas de tal manera que se consigue un interior de manzana más "caminable" y único.