El número 10, el de Quatre Carreres, ha sido y continúa siendo una zona de pasado huertano, con una población muy reducida y poco densa hasta un presente contemporáneo. Un cruce de caminos. De aquí, al mar o al centro. Por donde crecía la ciudad. El proyecto nace de establecer un vínculo entre lo que parecen ser ‘dispersos parques’ en la nueva realidad del barrio y la planta baja, continuando así el espacio verde de la ciudad. La calle ya no es calle. Es un jardín. Un lugar común que domina el barrio. Una planta baja, cubierta en algunas partes, las de acceso a las viviendas en una manzana abierta. El resto es corredor, para relacionarse, donde establecer el propio lugar de trabajo, negocio o refugio entre la estructura, los árboles y su sombra.
La casa busca exprimir al máximo el espacio común disponible en el edificio, desde la cocina hasta el patio, siendo ésta un lugar más temporal para pocas personas, incluso cede un espacio al corredor que puede ser ocupado para un pequeño negocio local o una lavandería. Treinta y nueve casas, para uno o dos, para tres o para cuatro, que miran a través de sus ventanas de madera de pino o de su terraza llena de actividad al aire libre y de vida. Es el espacio más privilegiado de la vivienda, el que mira a la huerta de Valencia enmarcado entre la potente estructura de hormigón visto a doble altura. Hacia el interior, los espacios se convierten en íntimos para resguardarse del exterior. Una vez dentro, las sensaciones cambian, se comprime.
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Edificio híbrido. ¿Es, por tanto, la idea del Inmueble Villa una idea posible?
Simón Cebrián Saiz
Año:
2020
Curso:
PR5
Taller:
T05
Profesores:
Salvador Sanchís Gisbert